Al caminar,
descubro con asombro,
que no hay más nombre que tu nombre.
Cada montaña, cada río, cada flor, cada ave...
tu nombre repite y tu nombre ostenta.
El viento sobre sí lo carga,
como el camello que en el desierto transporta
el próximo espejismo de oasis inventado.
¿Dónde estás?, pregunto,
y en todas partes aparece el eco de tu voz,
el ritmo de tu risa,
la cadencia de tus silencios,
y tu nombre,
como nube protectora,
cubre de materia el infinito.
¿A dónde vas?, me preguntan,
y yo tu nombre respondo,
pues sólo tú eres mi destino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario